domingo, 13 de febrero de 2011

Conato

Al poco de zarpar organicé un Ateneo en la fragata .

Casi toda la tripulación sabe leer. Sabe las cuatro operaciones básicas, la posición de las estrellas, y el nombre de los vientos.

Esas eran las condiciones básicas que debían de demostrar para entrar a formar parte de la singladura en la prueba que diseñó mi psicopedagogo de abordo. Los delitos cometidos en tierra, además, sumaban puntos.

Les dije: "Mirad, el objetivo es ganar en actitud y valores. Si violamos y atentamos contra la propiedad, que sea con conocimiento de causa. "

-¡Hurra! Viva el camarada Jones!- profirió la marinería en bloque, como un solo hombre.

Pocas millas después atracamos en un puerto somalí. Nadie sabe cómo ni porqué, pero, en la noche solitaria del África Meridional, mientras el guacamayo regurgitaba sobre la gola de sus poyuelos y la mitad de la guardia se masturbaba sobre cubierta mirándole el culo, por televisión, a Ana Rosa Quintana, (a la luz de la luna-por supuesto-) se prendió fuego en la sentina. Gracias al insomnio del cocinero, el conato de incendio se sofocó a tiempo. Reuní a la tripulación esa misma noche y les solté el discurso.

-¡Marineros!. Por culpa de vuestra indolencia casi morimos abrasados. Teneis que saber que hemos sufrido un conato de incendio. Vamos a ver, hombre, vamos a ver si estamos por lo que estamos ¡hostias!

- ¡Jones! ¿un 'cona qué' de incendio?


-¡Yo quiero un trago de indolencia, Jones, que debe poner que te cagas!- dijeron, casi a un tiempo, dos de los más avispados marineros, a quienes mi lugarteniente y yo tenemos fichados como líderes a tener en cuenta.

-Venga, venga, a dormir otro poco, que mañana zarpamos para Egipto, a ver lo que se cuece -Respondí muy comprensivo, para no traumatizar en exceso a los hombres.

-¿Y no hay Retreta, Jones? -Preguntó el empollón de la Fragata

RETRETA
Mañana, al timón, Jordi Pasqual, para que se vaya haciendo una idea de qué va esto


Pelará patatas East River.

Cura de humildad: Ramón, córtales a los tubérculos todos los nudos, porque si no te pongo a fregar bandejas.

Limpiará la cubierta (que está como está después de la última noche), Esteban González Pons, para que vaya hablando por ahí de revoluciones sin tener ni puta idea. La única revolución que este pijo de los cojones conoce es la de sus intestinos cuando no funcionan.

Esta coche descanso a mis gónadas y a la próstata.


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