Esta noche ululan las sirenas. He decidido ordenar que aten a toda la tupulación sobre cubierta, donde sea, con lo que sea. Cabos, alambres, o sábanas.
El cielo entero refleja sus estrellas sobre el agua, extrañamente amansada. Así:
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Lame alguna ola sonámbula el carenado. Al chocar el agua en la carena suena como el chasquido de un beso.
Todo en su conjunto es un espectáculo sobrecogedor
Este sería un buen momento para inventar un dios y una religión.
RETRETA
Que Ulises vigile a la tripulación. Por su experiencia.
Vaya, no nos das tregua, ¿por qué temer a las sirenas y sus coletazos que nos liberarán del onanismo en el que navegamos?.
ResponderEliminarUn poco de lujuria sensual femenina nos alegraría este viaje sin rumbo.
Pero mucho me temo que me rodean marineros a lo Querelle en este barco. Y encima te vuelves poético invocando a los dioses. A ver si nos aclaramos, o le ponemos un par al asunto o yo me las piro.
No hay nada, para un diestro, como la mano izquierda, amigo Jordi. Quien tenga garfio que se joda. Las sirenas... poco recomendables: huelen a sardina en aceite. Finalmente todo sería igual que un pastor tirándose a una oveja.
ResponderEliminarJuan, eres un viejo lobo de mar con una vertiente lírica muy pero que muy acentuada. Me ha gustado mucho tu comentario. Por cierto, una noche de melancolía me la puedo permitir, que soy el jefe, ¡coño!
Lo de los dioses es pura estrategia: ya saben que mando. Ahora solo falta un Dios, y un buen director de comunicación: y apoltronado de por vida. ya vereis
Juan. !eres un artista! Joder, que bueno lo que escribes
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